Por Sin Reservas
El país está consternado y con un inmenso sentimiento de impotencia, al ver como este elemento de una forma extremadamente inexplicable le arrebata la vida a una persona indefensa, que no representaba peligro para absolutamente nadie.
Sin dudas que este elemento no merece compartir nuestra raza humana, es un vulgar resentido social, o actúa bajo los efectos del demonio o las drogas, porque no hay un apice de justificación para un asesinato así tan inverosímil.
El asesinato de Mariano Figueroa de Paula, de 45 años, quien residía en el kilómetro 17 de la autopista Duarte, a manos de Ángel Ogando Ogando, un pelafustán que fungía como sargento de la Policía Municipal, del Ayuntamiento del Distrito Nacional, es una muestra más de que nuestra seguridad esta en manos en muy cerca del 100 por ciento de incapaces e ignorantes miembros.
Este infame le propinó un disparo en la cabeza a Figueroa, por el único pecado de impedir que maltrataran a un joven al que habían apresado, en la avenida John F. Kennedy, frente en centro comercial Ágora Mall, cuando realizaban un operativo en contra de los buhoneros de la zona.
El vocero de la Policía Nacional, coronel Frank Félix Durán Mejía, informó que el delincuente, se entregó voluntariamente al destacamento del kilómetro 9, de la autopista Duarte.
La buena suelte de este imbécil ha sido, que el disparo no se le pegó a él en la lengua, porque ha salido con el «cuentito» de que se le escapó, versión que ha sido acepatda por sus colegas, al parecer ignoran que los vídeos hablan por sí solos.